Translate

domingo, 31 de marzo de 2013




LAS MALAS PRACTICAS.
Las Tarjetas.

         En la actualidad, parece imposible prescindir del uso de las tarjetas en las múltiples aplicaciones de nuestra actividad diaria. Usamos tarjetas para casi todo y por supuesto, tenemos más tarjetas de las que usamos.
         Estos rectángulos plastificados, facilitan, sin duda, las operaciones cotidianas que llevamos a cabo. Así pagamos la gasolina con tarjetas para que nos bonifiquen su importe;  los comercios nos ofrecen facilidades o ventajas por pagar nuestras compras con determinadas tarjetas; incluso en la peluquería, si eres titular de su tarjeta, tendrás un corte de cabello gratis cada 12 servicios. Todo son ventajas y la contraprestación que recibimos es el premio a nuestra fidelidad como clientes.
         Pero también las tarjetas tienen su lado oscuro, cuando por la facilidad de su uso, no percibimos que estamos adquiriendo bienes o servicios, sin contar con el respaldo económico suficiente. Entonces, aparecen los números rojos en las cuentas bancarias, con los correspondientes cargos por comisiones e intereses.
         Acaso, la degradación más sutil la podamos percibir en el uso de las “tarjetas expedidas por Compañías para prestaciones sanitarias. La constitución de sociedades como Sanitas, Adeslas, y algunas otras, ha modificado “el modus operandi” de las prestaciones médicas, y especialmente de las Clinicas privadas.
         Al margen de las ventajas que un médico pueda recibir por el hecho de estar adscrito a los servicios prestados por alguna de las compañías citadas, -que se podrían resumir en la atención de un mayor número de pacientes- es evidente, que la contraprestación que recibe es bastante inferior al valor económico de su servicio profesional. Ello trae como resultado, la cita para una nueva consulta días mas tarde, junto con los correspondientes análisis de sangre, orina, radiografías, tomografías, resonancias, etc.etc.. Así se garantiza, como mínimo, un nuevo pago con tarjeta, y se favorece al colectivo médico. En todo caso, esto no supone ningún perjuicio para el paciente que recibe unas atenciones médicas supletorias que no afectan a su economia.
         Pero las malas prácticas se hacen patentes cuando se acude a las Clínicas privadas, adscritas a las Compañías con tarjetas. Me consta un suceso acaecido, no ha mucho tiempo.
         Un paciente acudió a un Dermatólogo que le diagnosticó un quiste sebáceo, de tamaño algo inferior a un garbanzo, en el omoplato derecho. Unos días después, el mismo Doctor se los extrajo en un Hospital Público en 10 minutos. Meses mas tarde, al aparecer un quiste similar en un lugar próximo al extraído, acudió a un Hospital Privado, donde el Dermatólogo que lo atendió le dio cita para que se operara. Pasados unos días, el paciente recibió una llamada telefónica, advirtiéndole de la necesidad de acudir a una consulta con el Anestesista,  otra con el Analista para que evalúe el análisis de sangre que le ha de aportar y finalmente con el Cirujano que le va a intervenir. Naturalmente el paciente desistió de la operación, ante la pérdida de tiempo que la profusión de trámites le imponía el Hospital Privado, y, posiblemente con el interés económico –en cierta medida justificado- de castigar a la Compañía del Seguro sanitaria, por la escasa rentabilidad del servicio satisfecho.
         En mi poder he contado hasta 43 tarjetas de distinta índole, sólo me falta, una de color morado tirando a negro, emitida por la Funeraria El Mort al Sot (El Muerto al Hoyo), que concede un incineración gratis por cada 44 fallecimientos. Catalana tenía que ser. R.I.P.  



LAS MALAS PRACTICAS.
Las Tarjetas.

         En la actualidad, parece imposible prescindir del uso de las tarjetas en las múltiples aplicaciones de nuestra actividad diaria. Usamos tarjetas para casi todo y por supuesto, tenemos más tarjetas de las que usamos.
         Estos rectángulos plastificados, facilitan, sin duda, las operaciones cotidianas que llevamos a cabo. Así pagamos la gasolina con tarjetas para que nos bonifiquen su importe;  los comercios nos ofrecen facilidades o ventajas por pagar nuestras compras con determinadas tarjetas; incluso en la peluquería, si eres titular de su tarjeta, tendrás un corte de cabello gratis cada 12 servicios. Todo son ventajas y la contraprestación que recibimos es el premio a nuestra fidelidad como clientes.
         Pero también las tarjetas tienen su lado oscuro, cuando por la facilidad de su uso, no percibimos que estamos adquiriendo bienes o servicios, sin contar con el respaldo económico suficiente. Entonces, aparecen los números rojos en las cuentas bancarias, con los correspondientes cargos por comisiones e intereses.
         Acaso, la degradación más sutil la podamos percibir en el uso de las “tarjetas expedidas por Compañías para prestaciones sanitarias. La constitución de sociedades como Sanitas, Adeslas, y algunas otras, ha modificado “el modus operandi” de las prestaciones médicas, y especialmente de las Clinicas privadas.
         Al margen de las ventajas que un médico pueda recibir por el hecho de estar adscrito a los servicios prestados por alguna de las compañías citadas, -que se podrían resumir en la atención de un mayor número de pacientes- es evidente, que la contraprestación que recibe es bastante inferior al valor económico de su servicio profesional. Ello trae como resultado, la cita para una nueva consulta días mas tarde, junto con los correspondientes análisis de sangre, orina, radiografías, tomografías, resonancias, etc.etc.. Así se garantiza, como mínimo, un nuevo pago con tarjeta, y se favorece al colectivo médico. En todo caso, esto no supone ningún perjuicio para el paciente que recibe unas atenciones médicas supletorias que no afectan a su economia.
         Pero las malas prácticas se hacen patentes cuando se acude a las Clínicas privadas, adscritas a las Compañías con tarjetas. Me consta un suceso acaecido, no ha mucho tiempo.
         Un paciente acudió a un Dermatólogo que le diagnosticó un quiste sebáceo, de tamaño algo inferior a un garbanzo, en el omoplato derecho. Unos días después, el mismo Doctor se los extrajo en un Hospital Público en 10 minutos. Meses mas tarde, al aparecer un quiste similar en un lugar próximo al extraído, acudió a un Hospital Privado, donde el Dermatólogo que lo atendió le dio cita para que se operara. Pasados unos días, el paciente recibió una llamada telefónica, advirtiéndole de la necesidad de acudir a una consulta con el Anestesista,  otra con el Analista para que evalúe el análisis de sangre que le ha de aportar y finalmente con el Cirujano que le va a intervenir. Naturalmente el paciente desistió de la operación, ante la pérdida de tiempo que la profusión de trámites le imponía el Hospital Privado, y, posiblemente con el interés económico –en cierta medida justificado- de castigar a la Compañía del Seguro sanitaria, por la escasa rentabilidad del servicio satisfecho.
         En mi poder he contado hasta 43 tarjetas de distinta índole, sólo me falta, una de color morado tirando a negro, emitida por la Funeraria El Mort al Sot (El Muerto al Hoyo), que concede un incineración gratis por cada 44 fallecimientos. Catalana tenía que ser. R.I.P.