Seria prolijo
enumerar los múltiples casos de intervencionismo con que la Administración Pública ,
sea Estatal, Autonómica o Municipal, incide
en la actividad de los ciudadanos, bien limitando sus derechos o incrementando
sus obligaciones, pero siempre con el denominador común de gravar su maltrecha
economía.
El derecho al
trabajo; a una vivienda digna; a la tutela judicial efectiva, etc.., se
conculcan por la
Administración , no obstante ser derechos fundamentales reconocidos
en el titulo preliminar de nuestra Constitución.
El propietario
de una vivienda, se ve obligado a pagar el coste de “actualización” de su
piscina comunitaria, porque la Comunidad
Autónoma ha decidido por Decreto, ampliar el ancho de sus
bordes perimetrales; de la pendiente de su profundidad; del número de sus
escaleras; y duchas; independizar los
sistemas de motorización de las piscinas de mayores con la de los niños;
habilitar en su entorno servicios independientes para hombres mujeres y discapacitados
(menos mal que ha considerado que estos últimos no merecen WC diferenciados por
su condición sexual), eliminar un par de escalones de accesos sustituyéndolos por
rampas, entre otras medidas absurdas de difícil compresión.
Sin embargo, la Administración es
insensible a las dificultades y problemas del ciudadano en casos tan flagrantes
como, por ejemplo, la única estación de RENFE de Torremolinos en la Nogalera.
No creo que
exista en Europa una situación tan caótica como la que padecen los usuarios del
tren de cercanías de nuestro Municipio, cuando pretenden desplazarse desde
Torremolinos a Málaga o sus estaciones intermedias.
La odisea se
inicia al tener que bajar 37 escalones con una inclinación de mas de 45 grados,
para acceder a una de las dos máquinas expendedoras, esperar a que los usuarios
que forman cola, en gran parte extranjeros, obtengan sus billetes con la ayuda
del empleado de seguridad (ya que los mensajes de las máquinas sólo están en
español), para después descender 9 escalones, atravesar las vías por el túnel y
volver a subir otros 37 escalones, hasta llegar al andén… y esperar 20 minutos
a que llegue el próximo tren, ya que el que pretendían tomar se marchó segundos
antes.
Pero lo
increíble es que desde el andén descubres otra vía de acceso en la misma plaza
de La Nogalera ,
a 50 metros
de la anteriormente descrita, con 29 escalones y que está inhabilitada para
entrar o salir de la estación.
Las
dificultades para acceder al andén, del turista que se dirige al aeropuerto con
su equipaje, de las personas discapacitadas y de los personas mayores o
acompañados de bebés, suponen un alto riesgo de accidente que podría evitarse
instalando un ascensor o una escalera automática de bajada –la de subida ya
existe- o paliar las dificultades con una máquina expendedora en el segundo acceso
inutilizado.
¿Qué
Administración es competente para exigir a RENFE la adopción de las medidas de
seguridad en la estación de Torremolinos?.
¿Por qué no se
le conmina para que solucione este grave problema que deteriora la imagen del municipio costasoleño
con más índice de visitantes?
¿Hasta qué
punto RENFE puede obviar la legislación comunitaria y nacional en materia de seguridad, con este
bodrio de Estación?
Lo más
humillante es, que el coste de la solución no es significativo si se compara
con los desmanes económicos a los que nos tienen acostumbrado las Administraciones.
Yo aportaré mi
granito de arena, pidiéndole la solución a los RR. MM. de Oriente.
Clara.