El Salón de Actos del Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso
estaba “abarrotao”.
Eran las 18´30 del 6 de Junio de 2012 y faltaba aún hora y media para que se
iniciara la Conferencia anunciada sobre Donación de Órganos.
Sólo quedaban algunas asientos desocupados en el anfiteatro del Salón.
Las 1.493 entradas que completan el aforo del Centro se
habían vendido, en su mayor parte en la “reventa”.
Ni un Madrid/Barça hubiera despertado tanta expectación.
Los medios de comunicación se apretujaban en los pasillos con sus cámaras y
preguntaban ansiosamente por el Conferenciante, para conseguir la primicia de
una entrevista previa..
El Alcalde con casi todos los Concejales y el Presidente de la Comunidad Autónoma
de Murcia, que se encontraba de paso, pugnaban por conseguir penetrar por la
maraña de gente que se agolpaban en el jardín de entrada del Edificio,
blandiendo unas entradas falsas que les había proporcionado el Departamento
Municipal de Cultura y Festejos.
Detrás de una cortina, al fondo del Salón, el Conferenciante, entre sorprendido
y asustado, contemplaba al público, en los que mayoritariamente lo integraban,
sacerdotes y algún que otro Obispo; personas de media edad con caras
melancólicas de insatisfacción de mayoría femenina y tres de los cuatro
Notarios de la localidad.
El Conferenciante, médico frustrado de cierta edad, 74 años y 11 días, no podía
explicarse la causa que había provocado tanta expectación por la Conferencia,
anunciada desde un mes antes en los medios de comunicación del municipio, la
provincia y en Antena 3HD. También proliferaban los carteles estampados en
papeleras, cabinas telefónicas, aeropuertos e incluso en el Ave.
La hora se acercaba y el Conferenciante repasaba los 33 folios a dos caras, en
los que había resumido su disertación. Se repetía reiteradamente el programa
básico; el desarrollo del mismo en los 3 niveles, las conclusiones resumidas
que abarcaban los 5 últimos folios y sobre todo las frases iniciales de la
exposición y las finales que culminaban la Conferencia.
Se sobresaltó el Conferenciante, cuando escuchó a su espalda el aviso del
Presentador, única persona que conocía su escondrijo, para advertirle que
quedaban apenas 18 minutos exactamente, ocasión que aprovechó para rogarle
mesura en la presentación. Eran grandes amigos y la profesionalidad del
Presentador era bien conocida, incluso había averiguado la Iglesia en la que,
en el barrio de San Vicente de Sevilla, había recibido del Padre Saturnino la
1ª comunión. La promesa de brevedad no fue cumplida y durante algo mas de 25
minutos, el público expectante y estresado llegó a perder la compostura y un
sacerdote fue detenido por agredir a un disminuido físico que estaba a su lado.
Tras varios minutos en que el murmullo fue decreciendo, el Conferenciante, tras
carraspear 4 veces seguidas y llenar el vaso de agua hasta rebosar, anuncio con
voz potente y clara el titulo de la Conferencia : La
Donación de
Órganos. En ese momento se produjo la desbandada. Casi el 80% del público y
dos de los Notarios abandonaron sus asientos, frustrados, profiriendo insultos
y pidiendo que le devolvieran el dinero de sus entradas, cuyo importe se había
donado a Bankia para disminuir el coste de su rescate.
La perplejidad del Conferenciante no tenía límites. ¿Por qué se había producido
esa debacle? ¿Por qué? ¿Por qué? La explicación no la tuvo hasta
las 9´20 horas de la mañana del 7 de Junio, cuando observó el cartel anunciador
de la Conferencia ,
pegado encima de la ventanilla del Kiosco del vendedor de cupones de la Rotonda de los Caballitos,
en el que en letras mayúsculas se decía: Donación
de Orgasmos, Gratuita, Incondicional e Irreversible
Los Sacerdotes y el Notario que quedaba tardaron 4 minutos en abandonar la
Sala, al comprobar que la donación de Organos mortis causa no implicaba la
entrega gratuita de “órganos” que pudieran amenizar los eventos religiosos en
sus respectivas Iglesias.
El Conferenciante y su Presentador se dirigieron al Bar para emborracharse pero
llegaron 2 minutos después del cierre, exactamente a las 21´02 horas. Cuando
abandonaron el Centro, tras recoger los papeles y beber el agua del rebosado
vaso, el Obispo aún seguía dormido.