Translate

miércoles, 13 de febrero de 2013

Las Malas Prácticas: LA BANCA II

         Se podrían escribir varios tomos sobre las actividades espurias de la Banca, todas ellas con un denominador común: el dinero. Y no es que tal finalidad sea reprochable “per se”. Ganar dinero, a veces es necesario y siempre conveniente.
         Cuestión distinta es el procedimiento que se siga para obtener la ganancia y el fin al que se destine.
         Una visión retrospectiva de la institución bancaria hace 50 años y la evolución que ha tenido hasta el día de hoy, nos permite afirmar que la relación contractual entre banco y cliente se ha venido deteriorando paulatinamente en perjuicio de este último.
         Así, observamos como las competencias de los directores de las sucursales bancarias han disminuido; las relaciones personales entre las bancarios y sus clientes se han deteriorado debido a la movilidad frecuente de aquellos a otros centros de trabajo, lo que ha derivado en una necesidad de “consultas” a la superioridad, para resolver pequeños problemas, que por la dilación en el tiempo, a veces resultan ineficaces. Si a ello le añadimos la constante vulneración por parte de la Banca, de las condiciones del contrato suscrito con el cliente, las consecuencias son la ruptura de la relación de igualdad entre las partes, derivando en una subordinación, que cada día se hace mas patente.
         Entre los muchos ejemplos que avalan lo dicho, podemos citar: las limitaciones horarias impuestas para llevar a cabo operaciones con nuestro propio dinero o en nuestra propia cuenta;  la reducción de personal para atender la Caja única, que origina colas de clientes, en detrimento de su tiempo;  la imposibilidad de obtener una cantidad superior a 3.000 € -como norma- si no se ha anunciado, al menos con 24 horas de antelación; la obligatoriedad de utilizar el Cajero automático para cantidades que no excedan de un determinado importe; el cobro de los talonarios de cheques y del correo que se envía al cliente; las retenciones de las transferencias; los redondeos de los decimales en su propio beneficio; la modificación unilateral de gastos y comisiones permitidas por el Banco de España, con la única obligación de publicarlas, etc. etc.  han convertido al cliente en un producto bancario mas, que manejan a su antojo.
         Pero el giro mas espectacular de las prácticas bancarias se ha producido por la imperiosa necesidad de conseguir “efectivo”, es decir dinero “contante y sonante” que les pueda cubrir las garantías exigidas por los organismos internacionales para sus macro-prestamos a bajo interés.
         Los cientos de miles de inmuebles hipotecados, supusieron durante mucho tiempo garantía suficiente ofrecida por la Banca española, para acceder a los grandes préstamos de las instituciones internacionales (Banco Mundial; Banco Central Europeo, etc), pero al derrumbarse el sistema inmobiliario, los prestamistas internacionales exigieron una garantía distinta al “ladrillo”, es decir un fondo de reserva fiable.
         A partir de entonces, la política bancaria cambio su rumbo y comenzó a ejecutar las hipotecas, incluso al primer incumplimiento de pago de una amortización. De esta forma, podría adjudicarse la vivienda y posteriormente venderla con reducción ostensible del importe adquirido por el titular o el ofrecido por la Promotora, en su caso.
         Como está sistema no era suficiente, se incentivó la colocación de las llamadas “acciones o valores preferentes”, el gran engaño de la Banca para incrementar su fondo de reserva a costa de la indisponibilidad del dinero ahorrado por muchas familias españolas.
         Me consta la experiencia del gestor de una herencia a favor de una ONG, que se adjudicó el efectivo y los valores suscritos con diversos bancos, instando su inmediata realización. Uno de dichos fondos se había suscrito en acciones preferentes por el fallecido, ciego de nacimiento al que la ONG bahía ayudado facilitándole un Perro-Guia. Ni el Banco de España, que derivó al Defensor del Consumidor, ni la Comisión Nacional del Mercado de Valores, pudieron dar solución alguna. Sólo la opción de que se presentaría una querella si no se recuperaba antes de 15 días “el botin”, dio el resultado apetecido.

         Estas malas prácticas, acompañadas por los emolumentos monumentales que se asignan los altos cargos de las instituciones bancarias; las condonaciones de préstamos a políticos y las inversiones de nuestros dineros en fondos engañosos, cuando tienen la condición de depósitos, permite aventurar que a diferencia de la Justicia, la Banca ni siquiera llega a “cachondeo”.        

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión también es importante